La nuez es un alimento superlativo, cargado de omega-3, vitamina B y E, cinc, cobre, fósforo, hierro, magnesio y manganeso. Es versátil en la cocina tanto en recetas saladas como dulces. Y la verdad, que estrictamente no sea de la familia de las nueces, tampoco importa

Dicen que Alejandro Magno, que estuvo entretenido conquistando medio mundo, llevó de Persia a su Grecia natal las nueces. Pero 5.000 años antes que él ya había gente que la comía en sitios tan alejados entre sí como Aquitania, Mesopotamia o Asia Central. Si atendemos a la denominación científica del nogal común –Juglans regia–, sin embargo, ese fruto seco era ya común en la mesa de los dioses, como la de Zeus. Y si hacemos caso a los romanos fue Júpiter quien acabó dándole su denominación (juglans, o bellota de Júpiter).

El documento más antiguo que se conoce donde  se cita la nuez como comestible es el Código de Hammurabi,  desde entonces, 4.000 años, la nuez ha tenido completa vigencia. Los científicos actuales han descifrado que se trata del más saludable de los frutos secos. La sapiencia popular, a tenor de su longeva vida en las mesas de todo el mundo antiguo, ya lo sabían.

Cuatro milenios de sabor. El documento más antiguo que se conoce donde se cita la nuez como comestible es el Código de Hammurabi

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