En publicaciones anteriores se ha podido constatar la enorme importancia que supone tener setos con plantas reservorio en el interior o rodeando a nuestros cultivos agrícolas, ya que con esta estrategia se consigue potenciar enormemente el Control Biológico de plagas…, pero los setos son mucho más.
Si en cada comarca agrícola los cultivos agrícolas estuviesen rodeados de setos hablaríamos de miles de hectáreas de setos, lo que aportaría múltiples beneficios tanto al sector agrario como al medioambiente en general como, por ejemplo:
se trataría de miles hectáreas de setos que podrían utilizarse como apoyo a las campañas de publicidad para promocionar nuestras frutas y verduras ante el mercado nacional y europeo, ya que el mensaje que ofreceríamos es que las producimos rodeados de naturaleza,
asimismo, esas hectáreas de setos se convertirían en unos corredores ecológicos que facilitaría a la fauna auxiliar útil desplazarse de forma rápida de una punta a otra de la comarca,
unos corredores ecológicos que también serían utilizados por los insectos polinizadores como abejas y abejorros, unos insectos que se consideran que influyen entre el 30-40% de la producción agrícola mundial, así como en la calidad de sus frutos,
y, además, también contribuirían simultáneamente:
a retirar una importante cantidad de CO2 de la atmósfera (ayudando así a luchar contra el cambio climático),
a disminuir la erosión del suelo,
a incrementar la recarga de los acuíferos subterráneos,
a mejorar la calidad del aire circundante, ya que atraparían y retendrían partículas contaminantes sobre sus hojas,
o a reducir en el verano la temperatura local, ya que con su transpiración incrementarían la humedad relativa circundante.
¿Y qué decir del disfrute estético y bienestar psicológico que aportarían a las personas al verse rodeados de una naturaleza tan diversa?… ¿te animas a poner setos?
Bibliografía:
Fichas de Transferencia CAJAMAR. Número 004, fecha 2014. Vegetación autóctona y control biológico: diseñando una horticultura intensiva sostenible
Fichas de Transferencia CAJAMAR. Número 007, fecha 2015. Diseño de infraestructuras ecológicas en zonas invernadas
Orden de 6 de abril de 2017, por la que se modifican las Órdenes de 26 de mayo de 2015, por la que se aprueban en la Comunidad Autónoma de Andalucía las bases reguladoras para la concesión de subvenciones a la Medida 10: Agroambiente y Clima, y Medida 11: Agricultura Ecológica, y la Orden de 14 de abril de 2016, por la que se aprueban en la Comunidad Autónoma de Andalucía las bases reguladoras para la concesión de subvenciones a la Medida 13: Pagos a zonas con limitaciones naturales u otras limitaciones específicas
Proyecto Recupera 2020. Hito 2.2.4. Nuevas tecnologías para aumentar la eficiencia del control biológico de plagas en áreas de invernaderos. vegetación autóctona y control biológico: diseñando una horticultura intensiva sostenible
Proyecto Recupera 2020. Hito 2.2.4. Nuevas tecnologías para aumentar la eficiencia del control biológico de plagas en áreas de invernaderos. diseño de infraestructuras ecológicas en zonas invernadas. setos perimetrales para fomentar el control biológico por conservación
Sánchez-Balibrea, J.M.; Sánchez, J.A.; Barberá, G.G.; Castillo, V; Díaz, S.; Perera, L.; Pérez-Marcos, M.; de Pedro, L.; Reguilón, M. 2020. Manejo de setos y otras estructuras vegetales lineales para una agricultura sostenible. Edita: Asociación Paisaje y Agricultura Sostenible. GO Setos. Murcia.
Con la utilización de insectos auxiliares (tanto depredadores como parasitoides) en la Agricultura se está consiguiendo hoy en día controlar, e incluso erradicar, un buen número de plagas agrícolas, es lo que se conoce como Control Biológico.
Sin embargo, dicho Control Biológico puede ser mucho más eficaz si se acompaña con setos constituidos por plantas reservorio, ya que van a facilitar que la población de enemigos naturales de plagas que hemos introducido en los cultivos se mantenga estable durante todo el ciclo del cultivo agrícola, y eso se debe a que las plantas reservorio contribuyen a incrementar la biodiversidad botánica en nuestras instalaciones agrícolas si lo comparamos con la «uni-biodiversidad» que ofrecen los monocultivos, aumentando así las probabilidades de que los insectos auxiliares encuentren, entre la multitud de hábitats que crean esas plantas reservorio, aquel hábitat que sea el más adecuado para ellos, ya que en caso contrario sus poblaciones pueden descender por mortalidad o porque emigren a otras zonas buscando un ecosistema más benigno, obligándonos en este caso a tener que seguir adquiriendo insectos auxiliares con la correspondiente elevación de nuestros costes de producción.
Con la presencia de plantas reservorio en los setos entramos en una estrategia de control de plagas denominada Control Biológico Conservativo, siendo una estrategia que nos va a ayudar a potenciar aún más nuestro Control Biológico, ya que los insectos auxiliares:
van a disponer de muchos más refugios en donde poder esconderse para no ser capturados por otros depredadores o parasitoides que los consideren como presas,
tendrán más posibilidades de encontrar unas condiciones de temperatura y humedad que sean mucho más favorables para ellos,
y podrán acceder a fuentes de alimento extra de polen y/o néctar, especialmente cuando los cultivos agrícolas pierden su floración, ya que, aunque sean depredadores o parasitoides, muchas de esas especies necesitan de ese tipo de alimento durante una parte de su ciclo vital,
permitiendo ese conjunto de situaciones ventajosas que nuestros insectos auxiliares tengan mayores tasas de supervivencia, así como de reproducción, con respecto a si no hubiese una presencia de setos con plantas reservorio.
En este Portal hemos mencionado algunas de las características que deberían de tener las plantas reservorio en nuestros setos, destacando especialmente las siguientes:
que estén adaptadas al clima local,
que tengan un periodo de floración amplio para que coincida al máximo con los ciclos de cultivo agrícolas,
que atraigan de forma natural a los insectos auxiliares útiles,
que alberguen pulgones que sean específicos de las plantas reservorio,
que no sean reservorio de virus o de plagas para los cultivos agrícolas,
y que no extraigan los nutrientes destinados a las plantas en cultivo.
Con respecto a qué especies botánicas se podrían plantar para crear un seto podemos tomar como referencia las distintas publicaciones editadas hasta la fecha por parte de los diversos centros de investigación agraria especializados en esta temática (ver Bibliografía).
En cuanto a las recomendaciones de plantación que proponemos desde NOGALNATURE nos basamos en los años de experiencia acumulada por parte de nuestros asesores técnicos, que por un lado han corroborado que es fundamental tener una alta biodiversidad en los setos (al menos 10 especies distintas de plantas) y, por otro lado, han observado en campo que las siguientes especies botánicas son muy idóneas por tener al menos 7-8 meses de floración al año (en algunos casos, los 12 meses del año), siendo a su vez unas floraciones que se van solapando entre sí, consiguiéndose de esta manera que en el seto no haya ningún mes sin flores, además de comprobar in situ que son altamente atrayentes de una u otra fauna auxiliar:
Asteriscus maritimus (margarita marítima, perenne, 8 meses de floración, de enero a agosto)
Helichrysum stoechas (siempreviva, perenne, 8 meses de floración, de enero a agosto)
Lavandula dentata (lavanda, perenne, 10 meses de floración, de enero a junio y de septiembre a diciembre)
Lobularia marítima (aliso de mar, anual o perenne, hasta 12 meses de floración si no hay heladas)
Lotus creticus (cuernecillo de mar, perenne, 12 meses de floración)
Lycium intricatum (cambrón, 7-12 meses de floración)
Salvia rosmarinus, antes Rosmarinus officinalis (romero, perenne, 12 meses de floración)
Santolina chamaecyparissus (manzanillera, 8 meses de floración, de enero a agosto)
Thymbra capitata (tomillo andaluz, 7 meses de floración, de abril a octubre)
Thymus vulgaris (tomillo, perenne, 8 meses de floración, de febrero a septiembre)
Por otro lado, estas 10 especies de plantas deben de plantarse de forma que queden entremezcladas entre sí (al tresbolillo), por lo que primero plantaremos, por ejemplo, una margarita marítima, a continuación, una siempreviva, seguidamente una lavanda y así sucesivamente hasta volver a comenzar con otra margarita marítima.
En cuanto a los marcos de plantación, lo ideal son unas densidades de 1 planta por metro cuadrado, por lo que dispondremos las mangueras de riego por goteo de forma que queden separadas entre sí un metro, teniendo cada una de esas mangueras un gotero cada medio metro, plantándose las plantas cada dos goteros (densidad 1 planta/m2). No obstante, no hay que olvidar que los setos son estructuras vivas que están continuamente creciendo, por lo que para evitar que finalmente haya un exceso de vegetación no es nada recomendable superar esa densidad de plantación…, y aunque dispongamos de riego por goteo, es conveniente que la plantación se realice una semana después de las primeras lluvias (en octubre-noviembre) y finalizar un mes antes de las últimas lluvias (en marzo, ya que en nuestras latitudes geográficas las últimas lluvias suelen caer en abril).
Con respecto a la anchura que deberían de tener los setos que rodeen a nuestros invernaderos, unos autores recomiendan que lo idóneo son unos 5 metros de anchura, mientras que otros recomiendan que su extensión sea entre el 5-10% de la explotación (o sea, de 500 a 1.000 m2 de seto por hectárea)…, pero si al final solo se puede poner, por un motivo u otro, una hilera de plantas reservorio,¡bienvenida sea esa solitaria hilera!
Y es posible que una vez creado nuestro seto observemos que una variada fauna intente alimentarse de él, por lo que debemos de poner los medios adecuados para evitarlo… ¿conejos? Muy útil los gatos o el cerramiento del seto con una malla metálica…, ¿caracoles? hay muchos métodos ecológicos para su erradicación.
Y en cuanto a esos espacios que tenemos en la finca alejados del invernadero como, por ejemplo, los bordes del camino, zona de aparcamiento de coches, alrededor del almacén, etc. podemos instalar en ellos lo que se denomina “islas de vegetación”, pudiendo contener en este caso especies arbustivas y árboles perennes, eso sí, siempre y cuando estimemos que sus raíces no van a llegar hasta las zonas de cultivo (para que no se produzca una retirada de nutrientes) o proyecten sombras sobre esos cultivos, como son:
la adelfa (Nerium oleander), que en este caso tiene la particularidad de que pueden ser afectadas por un pulgón específico (Aphis nerii) que no afecta a las plantas hortícolas, facilitando de esta manera que haya un importante reservorio de depredadores y parasitoides en el exterior del invernadero,
el ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata),
el olivo (Olea europaea),
o el laurel (Laurus nobilis),
¿E instalar hoteles de insectos? En nuestra opinión, precaución, ya que hay que seguir avanzando en su estudio, especialmente sobre qué materiales colocar en el interior de esos hoteles de insectos para que atraigan la fauna auxiliar útil, ya que nos hemos encontrado en muchas ocasiones que la fauna que albergaba en su interior no era nada recomendable para el Control Biológico, como por ejemplo los zapateros (Pyrrhocoris apterus), una especie que se alimenta de la savia de las plantas.
Cómo conseguir que nuestro seto solo se riegue con las lluvias y que no nos crezcan plantas indeseadas en su interior
Aparte de su función principal, que se convierta en un reservorio de fauna auxiliar que nos ayude a potenciar el Control Biológico en nuestros cultivos, nuestro seto ecológico también debe de caracterizarse por:
tener el mínimo mantenimiento posible en el tiempo,
consumir la menor cantidad posible de agua de riego durante los dos primeros años y que a partir de ese segundo año solo se riegue con el agua de lluvia,
y que no crezcan en su interior plantas que sean reservorios de virus o que atraigan plagas agrícolas.
Y para conseguir las tres consideraciones anteriores debemos de incluir en el diseño de nuestro seto los siguientes elementos:
un acolchado (o mulching),
plantas reservorio autóctonas,
y un sistema de riego por goteo.
Acolchado
El acolchado es uno de los siete principios de la Xerojardinería, una técnica de jardinería especialmente diseñada para climas áridos consistente en colocar sobre la tierra una capa de diferentes materiales que permiten retener en el suelo el agua de lluvia, ya que dificultan su evaporación, siendo su cometido principal conseguir que finalmente las plantas puedan crecer sin necesidad de tener que aportarles agua de riego, a la vez de evitar el crecimiento de plantas no deseadas.
Hay varios tipos de acolchados, nosotros aconsejamos utilizar una capa de grava de color blanco de unos 10 cm de espesor, teniendo cada grava unos diámetros en torno a 3 cm.
Con el color blanco se consigue desviar los rayos solares, un hecho de gran importancia sobre todo en el verano, consiguiéndose así que el suelo no se recaliente y, por tanto, que no se nos evapore mucha agua.
Con respecto al espesor, 10 cm, está pensado para climas en donde el régimen de lluvias está en torno a 300 mm de lluvia al año (300 litros/m2/año), como es el caso de nuestro clima mediterráneo, facilitando ese espesor de acolchado que en nuestros setos puedan crecer especies vegetales que incluso necesiten más cantidades de lluvias anuales (hasta 400-600 mm/año) sin que tengamos que regarlas a partir del segundo año.
Asimismo, ese espesor va a dificultar enormemente que las semillas de otras especies vegetales “que no han sido invitadas” a nuestro seto (como las mal llamadas malas hierbas, así como las que son reservorios de virus o las que atraen a las plagas agrícolas) consigan germinar en su interior, contribuyendo también de esta manera a reducir su mantenimiento al minimizar el escardado.
Plantas reservorio autóctonas
Si a la vez que colocamos en nuestro seto un acolchado de 10 cm plantamos en su interior plantas reservorio autóctonas, o sea, aquellas que están totalmente adaptadas al clima local, podemos conseguir que a partir del segundo año ya no tengamos que regar más nuestro seto con el riego por goteo…, quizás algún riego esporádico durante la época estival.
Riego por goteo
Y como podemos deducir con la lectura anterior, el riego por goteo solo será necesario utilizarlo en los dos primeros años, que es el tiempo que se estima que las plantas reservorio estarán totalmente enraizadas. Como orientación de riego para esos dos primeros años, en las épocas más desfavorables (de mayo a septiembre) regaremos cada 15 (20) días aportando unos 5 (10) litros de agua/m2, mientras que en los meses más favorables regaremos cada 30 días aportando esas mismas cantidades de agua.
No obstante, esta infraestructura siempre debe de estar presente, ya que estamos comprobando que los veranos en estas latitudes están siendo cada vez más extremos y quizás tengamos que utilizarlo más de una vez durante esa época del año, aunque hayan pasado más de dos años, además de utilizarlo para aportar humus de lombriz de tierra líquido (ver capítulo 4).
La materia orgánica como el humus o el estiércol es un elemento imprescindible en el suelo, ya que aporta múltiples beneficios para las plantas, destacando sobre todo los siguientes:
mejora extraordinariamente la textura del suelo, especialmente si son muy arenosos o muy arcillosos (ver Capítulo 2), ya que en el caso de suelos arenosos contribuye a la formación de agregados (los terrones), además de facilitar la retención del agua, mientras que en el caso de suelos arcillosos hace que las partículas se separen entre sí, lo que dará lugar a la aparición de un suelo más “esponjoso” que permitirá que el agua y el aire circulen mejor a través de los poros de la tierra,
aporta compuestos hormonales que inducen al crecimiento de las raíces y, por consiguiente, a un mejor desarrollo de la planta,
aumenta la fertilidad del suelo, ya que a medida que se descompone esa materia orgánica libera nutrientes (como nitrógeno, fósforo o azufre entre otros) que pueden ser absorbidas directamente por las plantas,
contribuye a regular el pH del suelo manteniéndolo en sus óptimos para las plantas (6,5-7,0),
aumenta la actividad biológica del suelo al proporcionar alimento a microorganismos (bacterias y hongos micorrízicos) beneficiosos para las plantas, incluido las lombrices terrestres (ver Capítulo 3),
y hacen posible la formación del complejo arcillo-húmico, convirtiéndose dicho complejo en una importante fuente de suministro de elementos minerales para las plantas.
Con respecto al complejo arcillo-húmico, desde el punto de vista físico-químico no debería de formarse ese complejo, ya que tanto la arcilla como el humus tienen cargas negativas, por lo que al repelerse entre sí deberían de estar separadas dentro de la humedad de suelo, pero sin embargo están unidas…, ¿por qué?
Pues la explicación a esa unión anómala se debe a que tanto la arcilla como el humus atraen cada uno por su cuenta a los cationes (elementos con carga positiva) que están presentes en el agua del suelo como el calcio (Ca+), el hierro (Fe+), el magnesio (Mg+) o el potasio (k+), atrayendo a su vez los cationes que están sobre la arcilla al humus (recordemos, tiene carga negativa) que se encuentra en sus inmediaciones y viceversa, originándose finalmente una masa de consistencia gelatinosa al tacto de la mano que se denomina complejo arcillo-húmico (figura inferior).
Por consiguiente, ese complejo arcillo-húmico se convierte en una de las mayores reservas de nutrientes para las plantas, ya que atrae y retiene sobre su superficie cationes que son fundamentales para el desarrollo de las plantas.
¿Y cómo consiguen las plantas absorber esos cationes del complejo arcillo-húmico?
Gracias a la fotosíntesis las plantas producen cationes como el H+ que son liberados al suelo a través de sus raíces, permitiendo de esta manera que se produzca un intercambio de cationes entre la planta y el complejo arcillo-húmico, ya que los cationes de H+ liberados por la planta se dirigen al complejo arcillo-húmico, facilitando de esta manera que un catión (por ejemplo, un Ca+) se desprenda del complejo arcillo-húmico y se dirija a las raíces, tal como se puede observar en la siguiente figura, siendo a continuación ese Ca+ absorbido por la planta.
¿Y qué ocurriría si nuestro suelo tuviese poca o nula cantidad de materia orgánica? Pues que no se formaría tan fácilmente ese complejo arcillo-húmico, por lo que muchos cationes no quedarían retenidos sobre su superficie y serían arrastrados por el agua de riego o las lluvias hacia zonas más profundas del suelo, en donde muchos de esos elementos minerales ya serían inaccesibles para las raíces, por lo que tendríamos unos suelos pobres en nutrientes para las plantas.
¿Y qué porcentajes de materia orgánica serían los óptimos para un suelo?
Para conseguir unos adecuados complejos arcillo-húmicos en los suelos de nuestros setos (¡¡y también para nuestros suelos agrícolas!!), es conveniente tener unos porcentajes en torno al 5% de materia orgánica en sus primeros 20 centímetros de profundidad (equivalente a la profundidad de mezcla a la cual llegaría un rotovator), no debiendo nunca de ser inferior al 2,5%.
A continuación, exponemos un ejemplo práctico de cálculo de materia orgánica que se debería de introducir por primera vez en el suelo de un seto que rodee una hectárea de cultivo:
una hectárea tiene un perímetro de 400 metros de longitud (100 x 100 metros),
si consideramos un seto que rodee la totalidad de ese perímetro y que tenga a su vez un metro de anchura (lo ideal sería unos 5 metros de anchura), tendremos una superficie de suelo de 400 m2 (400 m x 1 m),
la profundidad de mezcla de la materia orgánica será de 20 cm, por lo que tendremos un volumen de suelo de 80 m3 (400 m2 x 0,2 m),
lo que significa que deberemos de aportar un volumen de materia orgánica de 4 m3 (80 m3 x 5%).
¿Y cómo podemos resolver el problema de tener que aportar otra vez materia orgánica cuando el nivel de materia orgánica esté por debajo del 2,5% y a su vez las plantas del seto nos impiden el acceso con el rotovator? Pues aquí nuestras queridas lombrices terrestres (ver Capítulo 3) tienen la solución, ya que en el mercado disponemos de humus de lombriz líquido que puede añadirse a los setos e islas de vegetación tanto de forma manual como vía riego por goteo.
Cuando decimos que el suelo es un ser vivo nos referimos a que contiene en su interior una ingente multitud de organismos vivos que influyen de forma directa (tanto positiva como negativamente) en el desarrollo de las plantas, debiendo ser nuestra habilidad como agricultores conseguir que la mayoría de esos organismos vivos sean precisamente aquellos que favorezcan el óptimo crecimiento de nuestras plantas, destacando en ese conjunto de seres vivos los hongos micorrízicos, las rizobacterias y las lombrices de tierra.
a) Hongos micorrízicos
Los hongos pueden ser saprófitos (los que descomponen la materia orgánica), patógenos, (por tanto, los causantes de diversas enfermedades a las plantas) y simbióticos, estableciendo en este caso unas relaciones de simbiosis con las plantas en donde ambos organismos salen beneficiados.
Dentro de los hongos simbióticos tenemos los hongos micorrízicos (Filo Glomeromicota) cuyas hifas (unos finos filamentos de color blanquecino) o bien rodean a las raíces de las plantas (ectomicorrizas) o bien se introducen dentro de las células de esas raíces (endomicorrizas), formando en ambos casos ese conjunto de hifas y raíces una estructura denominada micorriza (de ahí su nombre, “mico = hongo” y “rriza = raíz”).
Gracias a la formación de esta micorriza la planta puede transferir al hongo productos resultantes de su fotosíntesis, como pueden ser hidratos de carbono (azúcares), aminoácidos, ácidos grasos, vitaminas u hormonas que transportan a través del floema (tejido conductor por el cual circula la savia elaborada), mientras que los hongos proporcionan al vegetal múltiples beneficios, entre los que destacamos los siguientes:
al ser el diámetro de las hifas mucho más pequeño que el de las raíces pueden introducirse por poros (o huecos) del suelo por los cuales no pueden pasar las raíces, lo que implica que los hongos podrán acceder a unos recursos hídricos y elementos (sales) minerales que son inaccesibles para las plantas, aunque gracias a esta simbiosis las plantas sí podrán finalmente absorber esos recursos vía hongo, comportándose por tanto las hifas de los hongos como si fuesen una prolongación de las raíces del vegetal,
por otro lado, y dado que la longitud de las hifas de los hongos es muchísimo mayor que la longitud de las raíces, las plantas pueden absorber agua y sales minerales de zonas del suelo a las cuales nunca llegan sus raíces,
y puesto que las plantas van a disponer, gracias a la presencia de esos hongos micorrízicos, de una mayor disposición de agua y nutrientes, dichas plantas van a tener una mayor tasa de fotosíntesis, lo que conllevará que presenten un mayor desarrollo vegetativo y de producción de flores…, y ya sabemos que la presencia de flores es muy importante para nuestra estrategia de plantas reservorio,
además, por competencia interespecífica los hongos micorrízicos dificultan que los hongos patógenos lleguen hasta las raíces, consiguiendo de esta manera que el porcentaje de patologías micóticas sea mucho menor,
y, finalmente, les proporcionan a las plantas compuestos hormonales que son fundamentales para su desarrollo.
Los beneficios que aportan las micorrizas pueden observarse visualmente en muy poco tiempo. En la fotografía inferior vemos que en tan solo 45 días la planta de la izquierda con micorrizas presenta un desarrollo mucho mayor que la planta de la derecha sin micorrizas.
Por consiguiente, y ante los indudables beneficios que aportan, recomendamos inocular hongos micorrízicos en el sustrato de las plantas reservorio antes de su plantación, ¡¡siendo esta recomendación igualmente válida para nuestros cultivos agrícolas, ya que los beneficios son los mismos!!
b) Rizobacterias
Las rizobacterias son un conjunto de especies (o cepas) bacterianas que se han adaptado a vivir en un ecosistema denominado rizosfera, o sea, esa parte del suelo que se extiende de 1 a 3 milímetros desde la superficie de las raíces hacia el suelo adyacente, estableciendo algunas de esas especies relaciones de simbiosis con el mundo vegetal con sus correspondientes aportaciones de beneficios, entre los que destacamos los siguientes:
además de que secretan sustancias antimicrobianas, su abundancia en torno a las raíces dificulta que las rizobacterias patógenas puedan acceder físicamente a las raíces, contribuyendo así a reducir la incidencia de enfermedades bacterianas a nivel de las raíces,
sintetizan compuestos bioquímicos que, tras su absorción, favorecen el crecimiento de las plantas, como por ejemplo fitohormonas (que promueven el enraizamiento), gibelinas, citocininas….,
contribuyen a una mejor absorción de las sales minerales por parte de las plantas,
además de que algunas cepas bacterianas están especializadas en la fijación del nitrógeno atmosférico a nivel de las raíces, lo que contribuye a reducir el uso de abonos nitrogenados.
¿Y qué ganan las rizobacterias con esta simbiosis? Pues al igual que los hongos micorrízicos, absorberán una serie de sustancias fundamentales para ellos (hidratos de carbono, proteínas, grasas, etc.) procedentes de la fotosíntesis de la planta.
Dado los múltiples beneficios que aportan las rizobacterias, también recomendamos en este caso inocular rizobacterias en el sustrato de las plantas reservorio antes de su plantación, ¡¡siendo esta recomendación igualmente válida para nuestros cultivos agrícolas, ya que los beneficios son los mismos!!
c) Lombrices de tierra
Charles Darwin, el naturalista inglés que en el siglo XIX estableció las bases de la evolución de los seres vivos con su libro “Sobre la evolución de los seres vivos por selección natural”, afirmó sobre las lombrices de tierra (Lumbricus terrestris) que «es dudoso que existan otros animales que hayan jugado un papel más importante en la historia del mundo que estas criaturas de organización tan simple».
Efectivamente, observar que tenemos lombrices de tierra en el suelo de nuestros setos e islas de vegetación (e igualmente, en el suelo de los cultivos agrícolas) es el mejor indicador de que tenemos unos suelos saludables, ya que las lombrices:
están constantemente construyendo galerías (eso sí, sin afectar a las raíces, ya que solo se alimentan de materia orgánica muerta y las raíces es materia orgánica viva), lo que contribuye a que haya una buena porosidad en el suelo, y si hay porosidad significa que hay aire en su interior, un aire que es fundamental para las plantas, ya que a veces se olvida que las plantas también respiran a través de sus raíces (por eso cuando los suelos se encharcan y el aire de los poros es reemplazado por el agua las plantas se asfixian y mueren),
asimismo, esas galerías tienen el diámetro óptimo para que las raíces se extiendan por su interior, lo que contribuye a aumentar la extensión (o biomasa) de las raíces, lo que implicará mayores absorciones de agua y nutrientes,
al alimentarse de materia orgánica muerta transforman su amoniaco y nitritos (que no pueden ser absorbidos por las plantas) en nitratos que son expulsados a través de sus deyecciones, un nutriente que ya sí puede ser asimilado directamente por las plantas,
asimismo, sus deyecciones son una fuente de alimentación para nuestros hongos micorrízicos y rizobacterias beneficiosas.
Conclusión: desde hace millones de años ciertos organismos que se encuentran en el suelo están estableciendo relaciones de simbiosis con las plantas, por lo que seguir permitiendo, o favoreciendo, que esas relaciones de simbiosis continúen presentes en nuestros suelos agrícolas favorecerá que se pueda conseguir altas producciones de flores en nuestras plantas reservorio… o de cosechas en el caso de cultivos agrícolas.